Escrito por José Luis Espejo
Existen al menos tres temas acerca de los cuales Leonardo es explícito en sus dibujos y pinturas, y sin embargo mantiene un acentuado mutismo en sus escritos. El primero es su presencia en Cataluña, de la que he hablado en mis libros El viaje secreto de Leonardo da Vinci y Los mensajes ocultos de Leonardo da Vinci. El segundo es su interés por América, de la que no dice una palabra en sus cuadernos, pero que refleja en su mapamundi (con ese mismo nombre) como un nuevo continente desgajado de Asia. El tercero es el personaje de María Magdalena, de la que hace abstracción en sus notas, pero es omnipresente –si bien de forma oculta- en sus pinturas.
Leonardo hace mención sólo una vez a este personaje del Nuevo Testamento, cuando dice literalmente: “Giacomo [más conocido como Salai] vino a vivir conmigo el día de Santa Magdalena [el 22 de julio] de 1490”. Ello da fe de la circunstancia de que el maestro florentino era muy consciente de la festividad de esta santa; circunstancia que tiene mucho interés, como veremos al final de este artículo. Seguramente la habría tenido muy presente en su vida, si tenemos en cuenta que en la iglesia de la Santa Croce de Vinci, donde fue bautizado, existía una escultura gótica, de madera policromada, que la representaba.
Pero, ¿qué podía suponer la Magdalena en el complejo universo simbólico de Leonardo? Para averiguarlo primero habremos de bucear en la biografía de la santa, tal como es referida en los evangelios canónicos, sí; pero también en los apócrifos.
¿Quién era María Magdalena?
Los evangelios aluden repetidamente a María Magdalena, una de las mujeres que seguían a Jesús. De ella Lucas (8,2) dice que le había sacado siete demonios, lo que hace pensar en crisis nerviosas, histéricas o epilépticas. Ello puede tener sentido si tenemos en cuenta que era hermana de Lázaro (Juan 11,3 y 11,21), al cual Jesús “resucitó” tras cuatro días de “muerto”. Muy posiblemente, Lázaro habría padecido un ataque cataléptico, como señala el mismo que lo curó: “Esta enfermedad no es de muerte, sino para gloria de Dios” (Juan 11,4).
María vivía en Betania, cerca de Jerusalén, con su hermana Marta y con Lázaro. Por lo que indican los evangelios, Jesús frecuentaba su casa (Mateo 21,17). Marta era buena, atenta y diligente, pero no se preocupaba por la doctrina del Maestro. En cambio, María Magdalena sí lo hacía, cargando los quehaceres domésticos sobre su hermana. Ante la queja de Marta, Jesús le respondió (Lucas 10,41-42): “Marta, Marta, tú te inquietas y te turbas por muchas cosas; pero pocas son necesarias, o más bien una sola. María ha elegido la mejor parte, que no le será arrebatada”.
Juan aclara (9,10) que es María Magdalena la que ungió al Señor con un caro ungüento y le enjugó los pies con sus cabellos en casa de Simón el Leproso (en Betania). De este modo, a causa de su Fe, se había hecho acreedora de una fama perenne (Marcos 14,9). Este acto indicaría, desde mi punto de vista, dos facetas de su personalidad: una auténtica devoción (o amor) por Jesús; y un comportamiento de tipo histérico (o apasionado), en un lugar y un momento un tanto inapropiado (la reunión social con Simón el Leproso, un conocido fariseo: Lucas 7,36 y siguientes).
La Magdalena limpiando con ungüento los pies de Jesús, en una pintura mural de la catedral de París
Ésta era la María Magdalena que acompañaba a Cristo en todo momento, que le acogía en su casa, que escuchaba sus prédicas y sus discursos, que le lloró en el Calvario, que descubrió la desaparición de su cadáver, y que le vio por primera vez tras su resurrección (Lucas 16,9). Ella era, sin duda, su favorita, ya entre sus apóstoles, ya entre las mujeres que le rodeaban.
¿Quiere ello decir que Jesús y María Magdalena eran amantes? ¿O esposos? Juan (2,1) alude a una boda celebrada en Caná en la que Jesús y sus discípulos son invitados. ¿Podemos entender que esta boda, en la que efectúa su primer milagro (la conversión del agua en vino), es “su propia boda”? ¿Su boda con María Magdalena? Ello no es más que una pura especulación. Pero son numerosos los pasajes –especialmente entre los evangelios apócrifos- en los que se adivina un fuerte vínculo emocional entre Jesús y María Magdalena.
El evangelio de Felipe es pródigo en referencias en torno a las estrechas relaciones sentimentales entre uno y otra. En el párrafo 32 la designa como su “compañera”, y en el párrafo 55 indica que la “besa en la boca” repetidas veces. Ante los reproches –y los celos- del resto de sus discípulos Jesús contesta: “¿A qué se debe el que no os quiera a vosotros tanto como a ella?”.
Los evangelios gnósticos sostienen que María Magdalena es heredera de la sabiduría (y los secretos) de Jesús, por haber sido su predilecta. Es un hecho incuestionable que era su discípula, al mismo nivel que sus apóstoles. Ello es constatable en los evangelios canónicos, pues Juan (el más gnóstico de los evangelistas canónicos) afirma en Juan 20,16: “Díjole Jesús [después de resucitado]: ¡María! [Magdalena] Ella volviéndose, le dijo en hebreo: ¡Rabboni!, que quiere decir Maestro”. Para Juan Evangelista, María consideraba a Jesús como su maestro; lo que implica que ella era su discípula.
El evangelio gnóstico de María Magdalena
Es entre los evangelios gnósticos donde podemos conocer, de forma más concluyente, el relevante papel que la Magdalena tuvo entre los seguidores de Jesús. En Tomás (& 21) María Magdalena pregunta a Cristo: “¿A qué se parecen tus discípulos?”, con lo cual ella se incluye en esta selecta comunidad. Otro documento apócrifo, la Carta de Tiberio a Pilato, dice literalmente: “Pues ha venido a mi presencia [de Tiberio] una mujer, la cual se dice discípula de Él (es María Magdalena, de quien, según afirma, expulsó siete demonios) [sic.], y atestigua que Jesús obraba portentosas curaciones...”
Es evidente que éste es un relato apócrifo (legendario) sin ningún valor histórico. Pero deja bien claro el papel protagonista –por no decir fundamental- que la Magdalena tuvo en la comunidad que seguía a Cristo. Ésta, junto con “Juan el virginal” (el único que no lleva barba entre los apóstoles; es decir, el único “no casado”), adquiere un papel protagonista en los relatos gnósticos. Por ejemplo, en la Pistis Sophia Cristo dice: “Donde yo esté, allí estarán también mis doce ministros. Pero María Magdalena y Juan el virginal sobresaldrán sobre todos mis discípulos y sobre todos los que reciban los misterios en el Inefable. Y estarán a mi derecha y a mi izquierda. Y yo soy ellos y ellos son yo”.
En la Pistis Sophia la Magdalena forma parte de las cuatro “discípulas” del Salvador, junto con Marta, Salomé y María (madre de Jesús). Tal vez por ello se encontró con la hostilidad de los apóstoles. En el evangelio de Tomás está escrito (& 114): “Simón Pedro les dijo: ¡Que se aleje Mariham [María Magdalena] de nosotros!, pues las mujeres no son dignas de la vida”.
Otro de los evangelios apócrifos, el Evangelio de María Magdalena, alude a una “visión” en la que se le ha dado a conocer “muchos secretos acerca del alma” (esta visión se ajusta a la interpretación cristiana del Espíritu Santo, llamado Paracleto entre los gnósticos). La reacción de Pedro, en una nueva muestra de furia (y celos) era previsible: “Pero es que, preguntado el Señor por estas cuestiones, ¿iba a hablar a una mujer ocultamente y en secreto para que todos (la) escucháramos? ¿Acaso iba a querer presentarla como más digna que nosotros?” A ello Leví responde: “Si el Salvador la ha juzgado digna, ¿quién eres tú para despreciarla? De todas maneras Él, al verla, la ha amado sin duda”. Este evangelio apócrifo acaba de la siguiente manera: “Terminado que hubo Leví estas palabras, se marchó y se puso a predicar el evangelio según María [Magdalena]”.
La iconografía de la Magdalena se distingue por tres símbolos: el pote de perfume, la calavera, y un libro; ¿acaso “su libro”?, ¿el Evangelio de María Magdalena? A la izquierda, Sainte Baume (Francia); a la derecha, el Pinell del Brai (Tarragona)
El recuerdo de esta tradición ha tenido continuidad en las herejías cristianas de tipo gnóstico. Leonardo Da Vinci la reflejó en varios de sus cuadros. En La Última Cena la Magdalena sustituye al “discípulo amado de Jesús” (Juan Evangelista), siendo reconvenida (si no amenazada) por Pedro con un gesto ostentoso. En la Magdalena Leggente de Barcelona aparece recostada, leyendo un libro que muy bien podría ser su propio evangelio. Esta imagen deriva de una similar, hallada en el supuesto lugar de entierro de la Magdalena, la Sainte Baume de Saint Maximin, en la Provenza francesa.
Juan/Magdalena es amenazada por Pedro en La Última Cena de Leonardo
La Magdalena Leggente de Barcelona, y arriba, un relieve en la iglesia parroquial de L’Olleria, en la Vall d’Albaida (Valencia)
La Magdalena, en la obra de Leonardo
Desde mi punto de vista, Leonardo retrató en al menos tres ocasiones a María Magdalena. La primera, como hemos visto más arriba, en La Última Cena de Milán, sustituyendo a Juan “el virginal”, que según la tradición se encontraba junto a María (madre de Jesús) y a la Magdalena (Juan 19,25) en el monte Gólgota, en el momento de la muerte de Cristo.
Comparativa del rostro de Juan/Magdalena (arriba a la derecha) con el de otros personajes femeninos de la obra de Leonardo. Nótese la similitud con la virgen María de La Virgen de las Rocas (abajo a la izquierda)
María (madre de Jesús), María Magdalena y Juan (barbilampiño) en el Calvario. Nótese las copas en las que los ángeles recogen la sangre de Cristo. Estas copas tienen un claro simbolismo griálico (Sainte Baume, Francia)
Leonardo habría sido autor, según Carlo Pedretti, de un cuadro de la Magdalena, atribuido hasta hace pocos años a uno de sus discípulos (Giampetrino). Véase a este respecto el diario El País, del domingo 19 de agosto del año 2007.
La Magdalena de Leonardo catalogada por Carlo Pedretti. Nótese los cabellos pelirrojos de la santa, que posa desnuda, según la tradición
Y como ya he mencionado en otro lugar, también sería autor de la Magdalena Leggente de Barcelona, en la cual esta santa va acompañada de un libro, el cual podría aludir al evangelio gnóstico de María Magdalena. Dicho evangelio apócrifo circulaba por tierras catalanas y occitanas entre devotos cátaros y beguinos (es por ello que estas dos corrientes religiosas fueron consideradas “heréticas” por la Iglesia).
Pero fijémonos asimismo en el cráneo que la acompaña. Aquí está escrita la palabra "JesuX" (Jesucristo), tal vez aludiendo al carácter mortal del Salvador. Dado que la Magdalena Leggente parece estar en estado de gravidez (embarazada), según algunos expertos, es admisible conjeturar que aquí la Magdalena comparece no sólo como "apóstol" de su propio evangelio, sino también como futura madre. Eso no deja de ser una suposición, pero sea como sea la palabra "JesuX" da fe de un concepto en extremo herético para sus días (en los primeros años del siglo XVI).
En el cráneo que acompaña a la Magdalena Leggente de Barcelona vemos escrita la palabra "JesuX" (Jesucristo)
Culto a la Magdalena en Cataluña y Occitania
La Magdalena era muy venerada en tierras catalanas y occitanas. Esta devoción deriva de la llamada “leyenda áurea” de la santa, según la cual ésta habría desembarcado en la desembocadura del Ródano, junto con algunos de sus fieles, huyendo de la persecución a la que le sometía el clero judaico (o bien sus rivales de la Iglesia de Jerusalén; véase más arriba). Sea como sea, de acuerdo a la tradición, tras predicar entre los habitantes de Marsella, se retiró a una cueva, donde realizó una vida de penitencia, hasta que murió. Estaría enterrada, según unos en Vézelay (Borgoña), y según otros en Saint Maximin, cerca de la Sainte Baume, en Provenza.
La Magdalena desembarca en Marsella. Obra de Pere Mates (1526), museo de la catedral de Girona
La Magdalena, y otra mujer (tal vez Sara, o María Salomé), en la barca sin vela que la llevó a las costas de Saintes Maries de la Mer (donde ha sido obtenida esta foto)
En el área de la Catalunya Nord, donde podemos encontrar la villa de Vinçà (llamada Vincia en el siglo XIII), tal vez la cuna de la familia de Leonardo antes de su huida por motivos religiosos a tierras de la Toscana, la Magdalena es muy venerada. Podemos encontrar multitud de capillas dedicadas a esta santa, entre las que podemos destacar la de Perpinyà, la de Serdinyà, la de Lentillà y la de Saorla.
En la Catalunya Nord hallamos un gran número de capillas y ermitas de la Magdalena, como ésta de Saorla (abajo). Aquí hay un acentuado culto a la Virgen María (arriba a la derecha, obra artística de la localidad de Eus; a la izquierda, “virgen crucificada” en Vinçà)
En las proximidades de Barcelona hallamos otro conjunto característico de capillas de la Magdalena. En la localidad de El Pont de Vilomara (provincia de Barcelona) existe una iglesia, llamada Santa María Magdalena del Pla, datada hacia mediados del siglo XII, si bien se la cree aún más antigua (de en torno al año 1077). Ello indica que la devoción a esta santa es antiquísima en Cataluña. Y cerca de Gelida, también en Barcelona, existe una pequeña –y recoleta- iglesia, llamada Santa Magdalena del Puig. Las vistas -desde este templo- de la montaña de Montserrat son impresionantes.
Arriba, Santa Magdalena del Pla en El Pont de Vilomara. Abajo, Santa Magdalena del Puig, en Gelida
Existe una explicación de este vínculo entre Cataluña y Occitania, por lo que se refiere a la veneración de dicha santa. Es bien sabido que Vézelay y la Sainte Baume, en Francia, se disputan su cuerpo. Pues bien, en Cataluña, según la Tradición, se conservarían varias reliquias de la Magdalena. La primera de ellas (y más importante) sería su lengua, en el monasterio cisterciense de Santes Creus (Tarragona). Según las crónicas habría sido un regalo de Blanca de Anjou, casada con el rey de Aragón Jaime II. Jaime Villanueva, en el Viaje literario a las Iglesias de España (volumen XX, Tarragona), dice así: “Otra reliquia insigne es la lengua de Santa María Magdalena, colocada dentro de un cristal de la misma figura, y cubierta con las espaldas por un safiro muy grande. Tiénese por dádiva de Doña Blanca, muger del rey Don Jaime II”.
Por otro lado la iglesia del Pont de Vilomara dispondría, según la arqueóloga que excavó este templo (Àngels Aguilar i Guillén: Memòria de les excavacions de l’església de Santa Magdalena del Pont de Vilomara), de “otra reliquia, quizás de un trozo de ropa”, en una caja rectangular hecha con madera de roble. Por último, Maria de Gràcia Salvà i Picó, autora del trabajo La leyenda provenzal de Santa María Magdalena según las pinturas góticas de Sant Vicenç de Rus (Castellar de N’Hug, Barcelona), señala que Violante de Bar, esposa del rey de Aragón Juan I, habría dipositado otras reliquias de la Magdalena en el monasterio –hoy desaparecido- de la Vall d’Hebron, en Barcelona. Y añade asimismo que en la comarca del Berguedà (como en la Catalunya Nord, y en las proximidades de Barcelona) se pueden hallar una cantidad considerable de capillas que, desde el siglo XIII, tienen como titular a Santa Maria Magdalena (Fígols, Guardiolans, Soriguera, Bagà y Malosa).
En mi libro Los mensajes ocultos de Leonardo da Vinci destaco el hecho de que Leonardo da Vinci pudo inspirarse en un cuadro catalán de la primera mitad del siglo XV, la llamada Santa Cena de Solsona (tal vez de Pere Teixidor), para pintar su Última Cena de Milán. Ello es ostensible si comparamos ambos cuadros (forma de la mesa, los dos caballetes, las grecas y adornos del mantel, la parte que falta en el centro de la composición).
Comparativa de La Santa Cena de Solsona y de La Última Cena de Leonardo
Y lo es todavía más si tenemos en cuenta que en los esbozos preliminares de Leonardo la similitud es todavía más acusada. Si volteamos el dibujo, veremos cómo San Juan aparece recostado a la izquierda de Cristo, y Judas está en el otro lado de la mesa, a su derecha. Ello es un indicio, como señalo en mi libro, de que Leonardo podría haber hecho uso de algunos “motivos” simbólicos de la Santa Cena de Pere Teixidor (retablo gótico con evidentes elementos gnósticos y cátaros) en su propia composición. Ello habría tenido lugar en una visita a Navès (la Santa Cena de Pere Teixidor estaría depositada en Santa Constança de Linya, no lejos de esta población), tal vez al domicilio de un conocido suyo de la familia Olivella, como explico en Los mensajes ocultos de Leonardo da Vinci.
Nótese cómo los estudios preliminares de La Última Cena de Leonardo repiten motivos similares de la Santa Cena de Pere Teixidor
El simbolismo de la Magdalena
Es bien sabido que Dan Brown, en su bestseller El Código Da Vinci, ha realizado una lectura literal de la tesis de los autores de El Enigma Sagrado (de M. Baigent, R. Leigh y H. Lincoln), que básicamente se resume en el siguiente aserto: María Magdalena, como esposa de Cristo (según los evangelios apócrifos; véase más arriba), sería depositaria de su “simiente” (de su sangre, en definitiva), y habría tenido hijos en Francia, los cuales estarían en la base de la dinastía merovingia, que unió y cristianizó este reino. Esta creencia, según dichos autores, pondría en cuestión la doctrina religiosa de la Iglesia, y por ello habría sido combatida con todo el rigor por Roma y por París.
Como expongo en Los mensajes ocultos de Leonardo da Vinci, es un hecho cierto que los cátaros y los beguinos de Cataluña y Occitania sentían una gran veneración por Juan, y especialmente por la Magdalena; hasta el punto de que el catarismo de esta región es una doctrina diferente a la profesada en el resto de Europa (especialmente en Italia). Según algunos autores, el catarismo occitano está especialmente ligado al culto a la Magdalena, lo que explicaría que la matanza de Béziers hubiese tenido lugar precisamente en esta fecha (el 22 de julio del 1209), como “advertencia” a los que lo profesaban.
La doctrina griálica de la “sangre” (el Sangréal, o Sang Réal) es evidente en el cuadro de la Sainte Baume (véase más arriba) en el que observamos a unos ángeles que la recogen en sendas copas.
La copa es asociada a la Magdalena, y a Juan Evangelista, en sus iconografías respectivas. En el primer caso contiene el ungüento con el que la santa bañó los pies del Salvador; en el segundo el veneno con el que fue “probado” el apóstol “virgen”, también llamado el “discípulo amado” de Cristo.
En el retablo de San Juan Evangelista, en el monasterio de Santes Creus (Tarragona), podemos ver dos hechos curiosos. En primer lugar, la Magdalena aparece, junto a la cruz de Cristo, con un abdomen que aparenta un notorio embarazo (se dice que ésta es la única “Magdalena embarazada” de la que se tiene noticia). En segundo lugar, Juan Evangelista muestra un notorio parecido con la figura de una mujer; y dado que es pelirrojo –y afeminado- todo hace pensar en María Magdalena.
La Magdalena embarazada de Santes Creus (Tarragona). Foto de José Luis Giménez
San Juan Evangelista tiene todo el aspecto de ser la Magdalena (Santes Creus, Tarragona). Foto de José Luis Giménez
Recordemos que Santes Creus tenía, según Jaime Villanueva, una reliquia de la santa (en concreto, su lengua embalsamada). Ello convierte este retablo en un ejemplo notorio del “culto popular” de la Magdalena cátara, aquella que –según la leyenda- se trasladó a la Provenza, con el hijo de Jesús, para pregonar su mensaje oculto (gnóstico) y para preservar en el tiempo su “simiente” (la “dinastía del Grial”, según los autores de El Enigma Sagrado).
Opínese lo que se quiera, pero estas imágenes son ostensibles. La identificación Juan Evangelista-Magdalena, y la alusión a la Magdalena como esposa de Jesús (y madre de sus hijos), parece clara en el retablo de Santes Creus (Tarragona).
Éste no es el único retablo, en Cataluña, donde se identifica de forma clara a Juan Evangelista con la Magdalena. En la iglesia de Santa Anna de Barcelona hallamos una figura de Juan que, como la de Santes Creus, nos permite ver a un personaje andrógino que más tiene de mujer que de hombre; en definitiva, volvemos a contemplar el personaje de la Magdalena.
Juan como la Magdalena en la iglesia de Santa Anna (Barcelona)
Recordemos la Santa Cena de Solsona. Allí la Magalena aparece en un lugar y en un momento equivocados. Su presencia en la Última Cena es un hecho extemporáneo, pues según las escrituras habría lavado los pies de Cristo en la comida con Simón el Leproso, sucedida algunas horas antes. Fijémonos en la aureola que la define, que comparte con Juan Evangelista (recostado) y con Cristo. El resto de los apóstoles carecen de ella. Ello indica que Juan, la Magdalena y Cristo son aquí los únicos “santos” que cuentan; un motivo claramente gnóstico (y cátaro) que Leonardo recogió en la Última Cena de Milán; pero a diferencia de la Santa Cena de Solsona, en su mural Leonardo identifica a ambos personajes (Juan y la Magdalena), a la manera en uso en la Cataluña medieval (retablos de Santes Creus y Santa Anna).
Leonardo señala la figura de la Magdalena con una argucia compositiva. Convierte a los personajes de Pedro, Juan/Magdalena y Cristo en el perfil de una M oculta en la composición. Ésta (alusiva –tal vez- a la Magdalena) adquiere un carácter griálico en la iglesia de Santa María Magdalena de Rennes le Château, construida bajo la supervisión –y el diseño- de Berenger Saunière, un personaje clave en la fabulación de Dan Brown (El Código Da Vinci). Nótese cómo en el interior de su iglesia las distintas esculturas conforman el acrónimo Graal, opuesto a la figura de la Magdalena. Aquí esta santa es identificada, de nuevo, con el mito griálico.
La M griálica en Rennes le Château. Compárese con la M de la Última Cena de Leonardo
La M, en relación a la Virgen Madre, pues eso es lo que simboliza la Magdalena (madre de los hijos de Jesús), la hallamos en una estatua de Artemisa, en un centro de culto neocátaro (desde mi punto de vista) no muy lejos de la ciudad de Barcelona. Aquí la M resalta sobre una rosa (símbolo del secreto) en manos de la “diosa de la Luna y la fertilidad”, la cual es adornada, como en el Artemisión de Éfeso, con muchos pechos.
Una M, sobre una rosa (símbolo del secreto), en un centro de culto neocátaro, cerca de Barcelona
¿Podemos concluir que Leonardo aceptó sin matices el simbolismo griálico de “la sangre”, tal como era conocido en tierras occitanas y catalanas? Desde mi punto de vista no necesariamente. Nótese la fecha de celebración de las festividad de María Magdalena. Si dividimos el día (22) por el mes (julio, es decir, el número 7), obtenemos el número 3,14. Éste representa el número Pi, el cual permite resolver la “cuadratura del círculo” (propósito de Leonardo a lo largo de su vida). Asimismo la Magdalena, como patrona de los especieros y farmacéuticos, estaba ligada a la práctica de la alquimia. Creo que Leonardo siempre la vio como un símbolo del “conocimiento oculto” griálico; pero no desde el punto de vista de “la sangre”, sino de la “renovación” alquímica. La Magdalena sería la “materia prima” de los alquimistas (materia deriva de “madre”). Es por ello que la Gioconda, como la Magdalena de Santes Creus, aparece preñada. Pero éste es otro tema...
La Magdalena en Rennes le Château
Más arriba he escrito algunas palabras sobre la leyenda de la Magdalena y el misterio de Rennes le Château. Después de leer la entrevista que Andrew Gough realizó a Jean Luc Robin (propietario de la Villa Betania de Bérenger Saunière), en su página de Internet Arcadia, creo necesario realizar una apostilla ciertamente reveladora del tema que nos ocupa. He aquí las palabras de Robin:
“Saunière siempre dejaba evidencias tras él. Tenía algo que esconder; tenía un secreto, pero al mismo tiempo dejaba trazas, y estas trazas y estas evidencias siempre nos llevan al mismo lugar: al dualismo [el gnosticismo del que he hablado más arriba], que fue un aspecto fundamental de la religión cátara, y también a María Magdalena. Lo que quiera que sea que Saunière dejara en su iglesia, siempre nos conduce a estos dos puntos. Obviamente nos trata de decir algo en relación a este aspecto.
... Cuando miras atentamente, encuentras cosas interesantes en las iglesias de esta región. Se invirtió un montón de dinero, millones en oro fueron gastados en las iglesias de esta parte de Francia en el siglo XVII; de repente. ¿Por qué? Las evidencias que deja Saunière las encontramos en otras iglesias. Para poner un ejemplo, si vas a la iglesia de Mirepoix [una región con pasado cátaro], uno de los vitrales muestra la famosa escena de María Magdalena secando los pies de Cristo con su pelo; sólo que no es María Magdalena quien seca los pies de Cristo, sino Juan [Evangelista]. Magdalena está detrás de Cristo... Y esto data del siglo XIV.
Desde que he estado interesado en esta historia, he estado observando las cosas con una mirada diferente. Y me di cuenta que en muchas representaciones de María Magdalena, especialmente estatuas, ella aparece preñada. Al menos una de cada cinco... Quizás Bérenger Saunière levantó la tapa del secreto. Es un hecho cierto que él lo conocía”.
Robin no menciona el hecho notable de que en la iglesia de la Magdalena de Rennes le Château existe una de estas imágenes en las que esta beata aparece preñada (véase abajo).
La Magdalena en el altar de Rennes le Château
Por lo demás, dicho texto confirma algunas de las prefiguraciones que expongo en el resto de este artículo: identificación Juan/Magdalena, catarismo, la Magdalena como esposa y madre. Este aspecto abre nuevas e inquietantes perspectivas al estudio de la obra de Leonardo da Vinci, así como de sus vínculos con sociedades secretas de carácter herético.
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